"No tenemos lucha contra carne y sangre, si no contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. " Efesios 6:12

Falacias

En esta categoría, pretendemos incluir las argucias más frecuentes que utilizan tanto los agresores acústicos como aquellos funcionarios que los apañan, para ridiculizar el pedido de los damnificados por la violencia sonora que genera la música. Por lo tanto, bien podríamos llamarla la mentira gubernamental, para no ser injustos con algunos integrantes del Estado que entienden y defienden el derecho de los ciudadanos a vivir en un entorno saludable y no ser invadidos ni molestados por nadie.

Música vs. conversación
Una de las más frecuentes, cuando uno reclama que las ordenanzas se ajusten a los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud para descansar sin interrupciones (30 decibeles en la noche); es que una conversación entre dos personas en una oficina con aire acondicionado llega por lo menos a los 55.
Lo primero que hay que decir es que comparar el sonido de la música con el de una conversación es un absurdo, que solo un ignorante o muy perverso puede plantear, porque la voz humana tiene una frecuencia media que es la menos molesta de todas y la música una combinación de bajas y altas que se perciben con mayor intensidad y perturbación. Por otro lado, las frecuencias medias se atenúan con facilidad y las bajas no, dado que atraviesan paredes, puertas y ventanas. Por lo que, a igualdad de decibeles, la música resulta mucho más invasiva y mortificante que una conversación y, por lo tanto, su tolerancia debe ser mucho menor.
Igualmente hay que aclarar que el ejemplo de la conversación tampoco es válido en sí mismo, porque la medición de “tal conversación” alcanza esa cifra colocando el sonómetro (popularmente conocido como decibelímetro) a menos de un metro de distancia de la fuente emisora o persona que la realiza, mientras que la toma para la música o cualquier otro tipo de sonidos denunciados se efectúa en un predio vecino donde la “conversación dentro de una oficina” difícilmente sobrepasaría el cero porque no es audible. Por lo tanto hay aquí una falsedad ideológica, porque los términos no son equivalentes y los lugares donde se toma la medición tampoco. De todas formas, ninguna persona puede dormir en medio de una conversación entre dos personas. Con lo cual queda demostrado que ninguno de estos argumentos es serio ni válido.

Música vs. automóviles
Otra de las falacias consiste en comparar la música con el ruido de un colectivo, automóvil o cualquier otro vehículo. La razón que se esgrime en este caso es que si un automóvil silencioso mide 65 decibeles cómo se pretende exigir 30 o 35 para la música. La respuesta es muy sencilla, en primer lugar la baja frecuencia producida por instrumentos musicales es más percusiva que la de un automóvil o colectivo, y por lo tanto más agresiva y en segundo lugar, la música tiene un altísimo contenido semántico mientras que el tránsito es mucho más neutro. Así, por ejemplo, a igual nivel y características, el ruido del tránsito resulta generalmente menos molesto que una música no deseada.[1]

¿Qué es el contenido semántico?
La capacidad de desencadenar procesos mentales capaces de distraer voluntaria e involuntariamente nuestra atención e interferir con las actividades que estábamos realizando, y cuando esa interrupción no es deseada ni grata sino que es impuesta por un tercero sin nuestro consentimiento y daña nuestra psiquis, puede llevarnos a tomar determinaciones drásticas (denuncias, enfrentamientos, homicidios, etc). En el caso de la música, este proceso se da por la existencia de estructuras rítmicas, melódicas y armónicas que evocan situaciones de alto valor simbólico para el receptor.
La música es uno de los sonidos que más contenido semántico tiene por eso es que trasciende lo psicológico (la esfera de lo natural) y adquiere una dimensión espiritual. Ese es uno de los motivos por los que se la utiliza como forma de alabanza en diferentes cultos y por el que puede producir paz o perturbación.

¿Por qué se niegan los funcionarios?
Ahora bien, debemos preguntarnos ¿por qué los funcionarios inventan todas estas falacias para no sancionar el ruido proveniente de la música?
¿Porque le gusta a mucha gente? ¿Hay una industria muy poderosa detrás? ¿No se animan a pagar el costo social? ¿Son socios de boliches y discotecas? ¿La utilizan como instrumento de manipulación para entretener a la gente y que no se de cuenta de lo que sucede?
Es responsabilidad de todos los funcionarios aplicar la ley y el orden, velar por la salud y los derechos de los ciudadanos y garantizar un entorno saludable. Si no tienen las agallas suficientes, priman otros intereses, o no se animan a pagar el costo necesario para hacerlo, deben dar un paso al costado y dejar su lugar a quienes sí están dispuestos. 


[1] MIYARA, Federico. 2005. “Ruido y Contenido Semántico”. http://www.fceia.unr.edu.ar/acustica/biblio/semantico.pdf

3 comentarios:

  1. Gracias jorge por tú excelente aporte a la sociedad, buscando el bien y diciendo la verdad que muchos ocultan y temen pues quieren seguir en sus miserables puestos públicos parasitando a la clase honesta y trabajadora. La verdad sea dicha

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  2. es verdad, yo tuve mediaciones en la fiscalía donde se burlan de quien reclama ruidos molestos bajo el lema_ si es musica como no te va a a gustar_. las respuestas son mas que insolentes y desubicadas. los funcionarios todos tiene algun arreglo con los bares y de ahi que el problema tienda a ser minimizado. sumado a que el sonido fuerte y el alto volumen son socialmente aceptados como sinonimo de diversión y el que no lo comparte esta mal visto ya que es calificado negativamente.

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  3. Me pasa continuamente, que los funcionarios miran hacia otro lado, cuando hago el reclamo.
    De hecho, han puesto un contestador, en el que hay que dejar nombre y teléfono, pero nunca devuelven la llamada.Porque de hacerlo, tendrían que dar un número de reclamo.
    Por eso ahora, cada vez que los llamo, verifico bien la hora, y voy guardando la acumulación de denuncias fallidas.
    Algún día me servirán.

    En cuanto al contenido semántico(siempre se aprende algo nuevo), yo solía explicar que el cerebro retiene estructuras, y esa es la razón, por la que una vez cesado un ruido de un martillo, o de un taladro, u otro instrumento o herramienta, acaba la molestia.
    Pero una vez extinto el ruido de música, o de una murga, a uno le queda esa estructura enquistada, y no puede quitársela por un buen tiempo, e incluso puede recordarla apesar suyo, impidiéndole esto, concentrarse en lo que uno desea..

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